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jueves, 22 de noviembre de 2007

san agustín de hipona



Biografía de SAN AGUSTÍN DE HIPONA
Nace en Tagaste (en el norte de África), en el año 354. Su padre, llamado Patricio, era pagano, y su madre, Mónica, era cristiana y será ella quien, con sus constantes oraciones, llevará a su marido y a su hijo a la conversión. Agustín, sin haber sido bautizado, recibe de niño una educación cristiana. Tiene el fuego pasional en las venas, heredado de su padre, y la sensibilidad y la inteligencia de su madre: dos características que lo llevan, siendo adolescente y joven a desviaciones intelectuales y morales. Cursó en Cartago sus estudios básicos. Se aleja de Dios, pero no pierde su búsqueda sincera, quiere la verdad; y una necesidad innata de amistad, el amor que satisface las más profundas exigencias del corazón. Por eso, más tarde dirá: "nos creaste, Señor, para Ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en Ti". Vive en concubinato con una mujer, con la cual tiene un hijo, Adeodato. "Tú estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de mí mismo, y allá afuera te andaba buscando".
Cae en las redes de un racionalismo, tratando de alcanzar la verdad con la propia razón, que luego lo lleva a un agnosticismo, terminando en una total desconfianza y en el umbral de la desesperación. Tiene una breve estancia en Roma. Después es llevado a Milán donde enseña retórica. Allí comienza a sentir las primeras vibraciones de la gracia en los sermones del obispo San Ambrosio. Un día, estando en un jardín, se encuentra desconsolado porque habiendo comenzado a sentir la mano de Dios no podía desprenderse de sus miserias. Escucha una voz que le dice: “Toma y lee”. Tomando el libro de las cartas de San Pablo lee una exhortación a revestirse de nuestro Señor Jesucristo y a no dejarse llevar por las concupiscencias de la carne. Una luz penetró en su corazón cerrando de golpe las tinieblas de todas sus dudas. “Me tocaste, y con tu tacto me encendiste en tu paz.”
Recibe el Bautismo, de manos de Ambrosio, con su hijo Adeodato y su amigo Alipio en 387, a la edad de los 33 años. “¡Tarde te amé, Belleza siempre antigua y siempre nueva! Emprende el regreso a África, mientras muere su madre. En Tagaste funda un monasterio en el que se encuentra con sus fieles amigos. Llamado de improviso al sacerdocio en Hipona en 391, funda en los alrededores de la cuidad un segundo monasterio y desenvuelve una intensa actividad junto al obispo Valerio. Consagrado obispo en 395, sucede al año siguiente a Valerio en la cátedra de Hipona y durante treinta y cinco años será el maestro de África, el faro de la Iglesia. Muere en 430.
Algunos de sus escritos son las Confesiones, una obra maestra de glorificación a Dios misericordioso que expresa la acción de Dios en el alma de Agustín; La Ciudad de Dios; Sobre la Trinidad; Sobre la vida feliz y sobre el orden; los Soliloquios; Sobre el combate cristiano; Sobre la verdadera religión.; abundantes Sermones; Comentarios a los Salmos, a las Cartas de San Juan y un sin fin de escritos que componen toda una obra de ayer, de hoy y de siempre.
La primera tarea de su doctrina fue demostrar que la caridad es el centro vital del cristianismo, la virtud de que tenemos necesidad en cualquier caso, la única por medio de la cual se poseen todos los bienes. Un aspecto de la caridad es la interioridad, que es una llamada continua e insistente a volver a sí mismo, a entrar en el mundo interior del espíritu, donde está presente Dios. "Tú, más interior que lo más íntimo mío". También nos enseña que la oración es hablar con Dios, pero un hablar que se hace con el corazón, no con los labios. Conlleva el deseo del corazón que se dirige a Dios y pretende fijarse en él.

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